Una de las recomendaciones en la gran mayoría de técnicas para la escritura creativa es olvidarse de la ortografía y gramática mientras se escribe. Las escuelas y los maestros de primaria o estudios básicos han logrado hacer prevalecer la memorización de reglas sobre la creatividad y desarrollo de las ideas. Como consecuencia los adolescentes y jóvenes se reprimen cuando se les piden ensayos o cuentos en los talleres de escritura (llamados normalmente "de redacción"). Por preocuparse en seguir las reglas se olvidan de lo que quieren expresar. En cambio, si se les pide que escriban sin preocuparse por la ortografía y redacción, uno descubre verdaderos escritores potenciales.
Por supuesto hay que aprender que la corrección viene con la reescritura.
Cuando Shakespeare y Cervantes vivían no existían los manuales de ortografía. Antes de refundar el arte dramático y de inventar la novela, cada uno respectivamente, sus maestros no les restringieron la creatividad con memorizaciones inútiles.
Sin embargo, con las nuevas tecnologías de la información la ortografía toma una nueva dimensión e importancia. Una palabra mal escrita (sea por desconocimiento o por error) se hace prácticamente ilocalizable en un motor de búsqueda o causa duplicidades e incoherencias en las bases de datos.
Los resultados en las búsquedas de Google, por ejemplo, son notoriamente distintos si se usan con acentos o sin ellos. Ya no digamos si además cambiamos una "v" por "b".
Algunos de estos motores de búsqueda sugieren nuevas palabras cuando consideran que puede haber un error en la que utilizamos. Lo peor de todo es que aún si utilizamos la palabra adecuada en la búsqueda, nada nos garantiza que el autor del documento que buscamos haya escrito correctamente el término.
La puntuación y el uso de mayúsculas o minúsculas no necesariamente es importante. De hecho es irrelevante en la mayoría de los analizadores de texto básicos.
Afortunadamente están los correctores ortográficos, que en mayor o menor medida, son una compañía indispensable. Los errores tipográficos o "de dedo" son detectables de inmediato.
En una empresa se convierte en norma indispensable que los empleados escriban correctamente los datos que dan de alta en la computadora. El nombre de un nuevo cliente puede perderse si no es escrito tal y como debe ser.
En la web no es posible establecer una norma que defienda el uso de una buena ortografía. Afortunadamente. Sin embargo, el mal uso de las letras pagan el precio del descuido: quedar enterrados bajo una avalancha de resultados en los motores de búsqueda.
miércoles, 14 de marzo de 2007
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